miércoles, 24 de septiembre de 2008

Por eso los pueblos triunfan

Y entonces la matò. Le fue preciso borrar la obra que fatalmente serìa descubierta y atraerìa sobre ella el nombre y el castigo de las brujas. Paula conocìa su pueblo; no tuvo valor de huir. Casi nadie huye de los pueblos, y es por eso que los pueblos triunfan. De noche, cuando la figurita silenciosa y sonriente se durmiò sobre un almohadòn, Paula la llevò a la cocina, la puso en el horno de gas y abriò la llave.
Estaba enterrada en el patio del limonero. Por ella y por sì misma, la asesina rezaba diariamente en la iglesia.
Es de tarde, llueve. Vivir es triste en una casa sola. Paula lee poco, apenas toca el piano. Quisiera algo, no sabe què. Quisiera no tener miedo, evadirse. Piensa en Buenos Aires; acaso en Buenos Aires, donde no la conocen. Acaso en Buenos Aires. Pero su razòn le dice que mientras se lleve a sì misma consigo el miedo ahogarà su felicidad en todas partes. Quedarse, entonces, y ser pasablemente dichosa. Crearse una dicha hogareña, envolverse en el cumplimiento de mil pequeños deseos, de los caprichos minuciosamente destruidos en su infancia y su juventud. Ahora que ella puede, que lo puede todo. Dueña del mundo, si solamente se animara a...
Pero el miedo y la timidez le cierran la garganta. Bruja, bruja.
Para las brujas, el infierno.


Bruja, La otra orilla, Julio Cortàzar, 1943.

martes, 16 de septiembre de 2008

Està encima de mi, se sumerge otra vez.

Pienso, lo tiene por costumbre. Es eso lo que hace en la vida, el amor.
Nos quedamos asì, clavados, gimiendo en el clamor de la ciudad.

El amante, 1992.

La eternidad de lo etèreo

Tiempo y espacio. Aire fresco que ofrecen las paredes de un claustro. Para coserse un par de alas es indispensable el reflejo. Miradas cansadas, perdidas, mutiladas. Azules celestiales y angeles que danzan sobre nubes blancas. Demasiado brillo, demasiado sol. Los fantasmas esperan la noche, y los vivos perecen de dìa. Concatenaciòn de pensamientos, presagios. Duelo perenne entre el corazòn y el resto. Aletean las mariposas. El tiempo es inòspito para el que espera. Pero que es el tiempo sino un intento desesperado de la nostalgia por derrotar al ayer empuñando el mañana? El tiempo no existe. Lo creamos para ubicarnos, para hacer tangible lo inaccesible. Insistencia del cuerpo por retener esa masa amorfa de latidos que danzan bajo una lluvia de ecos. Tamborileo empapado, embarrado de silencios. Sonata de una sirena arrullada por el viento. Maravillosa y eterna, la agonìa del momento.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Prefacio de un suicidio culposo.

Quiero volar... desplegar alas y saltar... Casi casi puedo verme planear... Ropas blancas, libertad... Una sonrisa real... Quiero saltar. Sentir la brisa que invita a flotar... Sentir que el mundo finalmente se va... El mundo no es mas. Entre el cielo y el infierno, entre el bien y el mal. No tengo mas que piel, cubriendo el alma y los pies...
Por fin nos vamos a suicidar.
Ella no sonrìe. Ella no quiere saltar, pero no cabemos mas. Tenemos que saltar. Las lagrimas flotaràn... como gotas de rocìo humedeciendo piedras que a su vez se quebraràn. Aca todo se repite round and round and round.
Hand in hand. Como en el principio, nos pertenecemos hasta el final.
Rusgosa la superficie al caminar... Es un alivio al fin sentir el suelo.
Corremos, reimos. Hay una melodìa nueva... Giramos y giramos... maravilloso vals... Ella y yo...
Pero inevitablemente nos volvemos a ver... Ella es la de siempre... no la quiero mirar mas...
Miedo.
No queremos ver mas... Ella llora y no soporto verla llorar. La acaricia mi mirada, la beso toda. Ella, mi amor, mi paz... Criatura pura, inocente, hermosa. A donde la quiero empujar? La estrecho en mis brazos y la siento temblar... Buscame dentro del alma, princesa, le susurro sin hablar... Tiene tanto miedo... sus manos no sienten las mias... y temblando busca esas alas, que ambas sabemos no estàn... su salto serà con alas dibujadas, de esas que no planearàn...
Y corro hacia ella. No, no, no... Esperà...